Cerebros y bateas

13 09 2009

280px-Brain_in_a_vat_(es)Jota C. mencionó en un comentario a nuestro primer video el experimento conceptual del cerebro en la batea que discutimos un poco en mi grupo de prácticas, y se me ocurrió que sería bueno elaborar un poco sobre esa idea jalando algunas cosas más. Es un experimento conceptual (es decir, podemos imaginarlo pero no podemos realmente probarlo) muy interesante y que es algo así como una reformulación del argumento del sueño y de la hipótesis del genio maligno que plantea Descartes: ¿Qué pasa si todo lo que conocemos como «realidad» no es otra cosa que algún tipo de simulación que alguien o algo nos hace creer? El experimento del cerebro en la batea (o cerebro en la cubeta) plantea que si nosotros fuéramos cerebros que son mantenidos vivos en bateas, a los cuales una computadora dirige todos los impulsos eléctricos que usualmente recibiría un cerebro, para nosotros sería indistinguible la experiencia que tuviéramos del mundo. Si, finalmente, toda la experiencia de nuestros sentidos es traducida en última instancia en descargas eléctricas que regula la emisión de neurotransmisores, la simulación de esas mismas descargas sería en la práctica lo mismo que la experiencia real.

Este experimento, por supuesto, plantea toda una serie de interrogantes y posibilidades. ¿Es posible, entonces, determinar lo real? Son preguntas muy parecidas, aunque en una versión más actual, a las preguntas que surgen de las Meditaciones metafísicas de Descartes. Y es, también, como hemos comentado en nuestro grupo de prácticas, una pregunta muy similar a la que recorre la película The Matrix (que, si no la han visto, deberían hacerlo ya). En una de las escenas centrales de la película, Morpheus intenta explicarle a Neo lo que es la Matrix y le ofrece la posibilidad de sacarlo y mostrarle la realidad: algo así como decirle al cerebro en la batea que puede desconectarlo de la computadora para que experimente la realidad, en pocas palabras, real.

Ahora, en su comentario Jota C. plantea una pregunta importante: ¿Dónde que el espíritu en todo esto? Es una pregunta interesante, pero también problemática, porque lo primero será preguntarnos por qué es el espíritu – una pregunta demasiado platónica para mi gusto. Así que quisiera reformularla de otra manera (y si Jota C. no está de acuerdo, espero que me rectifique en los comentarios): ¿Es, realmente, posible pensar que toda nuestra experiencia puede ser reducida a impulsos eléctricos que pueden, además, ser simulados? ¿O deberíamos pensar, más bien, que hay algo que se escapa a esta reducción, algo que es más que impulsos eléctricos y que, justamente, no podría ser simulado? Esta pregunta me parece más fácil de abordar porque no nos obliga a ponernos de acuerdo, de entrada, respecto a qué es o qué no es el espíritu.

Es, además, de alguna manera, la pregunta que recorre un poco nuestro curso.

Lo que sigue son algunas notas sueltas, así que espero sirvan para discutir un poco más, pero no las tomen como ideas definitivas. Mucho del problema viene, además, de la perspectiva dualista de Descartes: si la mente (el espíritu) y el cuerpo son sustancias separadas, ¿cómo es que interactúan? Descartes no ofrece ninguna respuesta convincente a este problema – de hecho, atribuye la conexión a la glándula pituitaria. Y, entonces, deja abierto el problema de cómo se vinculan una sustancia inmaterial, el espíritu, con otra material, el cuerpo, y cómo la primera es, además, capaz de dirigir las acciones de la segunda. El cerebro en la batea escapa un poco de este problema siguiendo un camino similar al que seguirá Hobbes: la mente no es algo diferente del cuerpo, no es una sustancia distinta, sino que es ella misma una parte, un proceso del cuerpo. Esto es lo mismo que decimos cuando decimos que podemos reducir la experiencia a impulsos eléctricos: lo sensible, la experiencia, no es «otra cosa», sino que es ella misma algo material, tangible.

En resumen, entonces, es cierto, en el cerebro en la batea no queda ningún lugar para algo que NO pueda ser reducido a impulsos eléctricos que puedan ser simulados. Y es que, además, si nos ponemos a pensarlo, ¿qué cosa NO se nos manifiesta como algún tipo de experiencia en la mente? ¿Qué cosa podríamos decir, qué tipo de experiencia o qué experiencia particular NO se nos ha dado de una manera que haya influido en nuestros neurotransmisores a partir de impulsos eléctricos? Incluso experiencias que se pueden considerar «trascendentes» o «metafísicas» son experimentadas, de una u otra manera, a partir de nuestros sentidos y de nuestro cuerpo.

¿Qué ocurre con cosas que no pueden experimentarse, pero aún así podemos comprender? Por ejemplo, podemos hablar de «fierros de madera», aún cuando nunca podríamos experimentar ver o tocar uno. Similarmente, podemos hablar de «círculos cuadrados» aún cuando no tienen ningún sentido. No son objetos de una experiencia posible – y, sin embargo, podemos de alguna manera conjurarlos en nuestra mente y hablar de ellos. Esa capacidad, ¿es ella misma también reductible a impulsos eléctricos y neuroquímicos?

Empiezo a darme cuenta de que estoy abriendo más preguntas de las que estoy cerrando. Pero vale la pena mencionar algo más, que también discutimos en el video y seguro podremos discutir en las próximas sesiones, y es el caso de Pascal. Porque, de hecho, Pascal también creía, contrario al espíritu del cerebro en la batea, que había una dimensión irreductible: Pascal considera al hombre dividido entre dos impulsos, un espíritu geométrico y un espíritu de finura. El primero concierne a las cosas racionales, al pensamiento, al cálculo, al número. El segundo, más bien, concierne al aspecto sensible, emocional, a todo aquello que no puede ser reducido ni expresado en términos matemáticos. Eso, de entrada, hace a Pascal un pensador singular de la modernidad, por el hecho de dejar un espacio importante para toda esa dimensión olvidada – Pascal, entonces, estaría entre los que creen que el experimento del cerebro en la cubeta es un sinsentido, porque el espíritu de finura no puede cabalmente expresarse como impulsos eléctricos y neuroquímicos.

Este tema no es nuevo, claramente, y sin embargo sigue siendo un tema sobre el cual volvemos culturalmente una y otra vez. Matrix plantea muy claramente el problema, pero también puede encontrarse en otras películas, como eXistenZ, o Waking Life, o en la serie animada Ghost In The Shell. Películas como Blade Runner o Bicentennial Man agregan a este problema de la simulación el problema de la computación: ¿Qué ocurre si la mente humana es, realmente, sólo computación (como dice Hobbes, sumas y restas) y puede, por lo tanto, simularse artificialmente? En otras palabras – el cerebro al cual la computadora le envía impulsos, podría ser, él mismo, una computadora, en ese caso. Tanto Blade Runner como Bicentennial Man preguntan, a partir de la robótica, la pregunta cada vez más relevante por qué hacemos en esos casos. Pregunta muy similar a la que plantea Jota C., ¿cuándo los consideramos vivos? ¿Podemos decir que tienen alma? No es coincidencia, me parece, que Blade Runner se base en un cuento de ciencia ficción de Philip K. Dick, cuyo título es «Do Androids Dream Of Electric Sheep?» – ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas? (No vean el clip si pretenden ver la película.)

¿Sueñan los androides?

(Sé que no he llegado, realmente, a responder nada, a pesar de que era mi intención inicial. Pero, al menos esto debería ser interesante para seguirlo conversando.)


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4 responses

14 09 2009
Eduardo

En otra entrada, Celeste dejó el siguiente comentario:

«Hola.
No sé si mi comentario sea inapropiado pero ahí va:
Si todos nuestros sentimiento son causados por impulsos eléctricos,en caso de ser cerebros en bateas,¿cómo podríamos diferenciar las diferentes sensaciones que nos causa un mismo sentimiento? Me explico mejor:
Yo siento amor por mis padres,pero también por mis amigos,primos,etc.Es un mismo sentimiento que se da por experiencias semejantes,pero su tipo es diferente.
Es por eso que creo que no podemos reducirnos a ser cerebros en bateas pues dentro de los mismos sentimientos hay categorías(por llamarlo de alguna manera).Aunque ,honestamente me gustaría librarme se cierto sentimientos tan simplemente como me sacaría un electrodo de la cabeza.
Gracias.»

Apenas lo leí me vinieron dos cosas a la mente que quiero anotar antes de olvidarlas.

Sobre lo primero, si los impulsos eléctricos son indistinguibles, ¿cómo distinguimos entre sentimientos? Supongo (y aquí estoy adivinando) que la respuesta neurocientífica sería que, aunque culturalmente englobamos bajo ciertas categorías un espectro amplio de sentimiento (desde el amor por mis padres hasta el amor por mis mascotas y etc. bajo la categoría de «amor»), eso no quiere decir que en términos neurológicos no sean experiencias diferentes, aunque parecidas entre sí. Es decir, ciertos objetos en el mundo generan ciertas reacciones en nuestra mente que asociamos con ciertos sentimientos. Objetos similares pueden generar efectos similares, pero no necesariamente el mismo: el cerebro humano interpreta impulsos eléctricos liberando más o menos neurotransmisores o inhibidores, de manera que uno podría, quizás, decir que el espectro emocional está determinado por el máximo y el mínimo que se puede liberar. No creo, sin embargo, que esto agote del todo como respuesta el problema que señalas – pero abre una dimensión complicada, que es la manera como nuestras emociones y nuestros impulsos-eléctricos-cerebrales cobran cierto sentido a partir de un marco social y cultural (de donde provienen estar «categorías») a partir del cual interpretamos nuestras sensaciones.

Lo segundo es hasta más interesante todavía. De hecho, por ejemplo, los antidepresivos son algo así como «sacarme un electrodo de la cabeza» – regulan la producción de neurotransmisores de manera que ciertas sensaciones simplemente no registran. Así que sí es posible algo así como «sacarnos el electrodo de la cabeza». Obviamente no estoy abogando por el consumo masivo de antidepresivos, pero observa cómo ellos alcanzan a reflejar la misma lógica moderna detrás del cerebro en la batea: la ciencia como el mecanismo que permite dominar todo aquello que nos molesta, incluso cuando se trata de sentimientos negativos. No sé si eso sea necesariamente bueno, pero para que pueda hacerse, es necesario entender la psicología de las emociones como una cuestión de impulsos eléctricos y neurotransmisores.

17 09 2009
Blas

Ala vi «matrix» cuando era más chico y no había entendido para nada de que se trataba, no tenía idea que era Descartes lo que le metían.

19 09 2009
(re)Cursos « Castor Ex Machina

[…] con los alumnos interesados. El último fin de semana, por ejemplo, colgué un post sobre el experimento conceptual del cerebro en la batea y la relación que tiene con el argumento cartesiano sobre la existencia de la realidad […]

20 09 2009
Lorena

En la última clase teórica le pregunte a Krebs: ¿Cómo podemos estar seguros de que existimos si el dios cartesiano nos puede estar escribiendo como escritor a personajes (en este caso cual máquina a cerebro en batea)?
Entonces surgió una variable más que llamamos LIBERTAD. Puede ser que verdaderamente creamos que sentimos o pensamos, ya sea a través de una máquina que nos transmite impulsos eléctricos o de un dios que escribe: «piensa que piensas». Sin embargo, aquello que nos va a diferenciar es la manera en la que elegimos QUE PENSAR. ¿Quién elige que pensamos?
Todo esto me llevó a pensar que verdaderamente lo que nos da la certeza de nuestra existencia es que podemos elegir, aunque podríamos caer en un circulo vicioso si decimos una y otra vez que un ser supremo (dios) nos dice «piensa que eliges esto». Creo que por eso Krebs me dijo: «¿Y qué pasa con aquellas personas que piensan que todo está escrito?» Le dije: «Es que ellas tienen la libertad de elegir pensar que todo está escrito». Entonces más que responder a las interrogantes que han rodeado al ser humano a lo largo de la historia creo que los dejo que una pregunta más: ¿Cuál es el rol de la libertad dentro de la existencia del ser humano?

Otro tema que quería abordar luego de leer el post era el de la dualidad corazón- razón de Pascal. Para esto tomaré a la película Bicentennial Man como recurso para explicar algo que me parece fundamental. Para Pascal había algo más allá de lo cuantificable tangible y hasta entendible, a todo ello lo denominaba «corazón» -sin hacer referencia al órgano humano- Con temor a equivocarme diría que el corazón abarca precisamente esto que va más allá de nosotros y que, precisamente por ello, no podemos explicar.
En «Bicentennial Man» vemos que lo que hace al androide convertirse o asemejarse a un humano son los sentimientos, que para Pascal entrarían en el terreno del corazón. Comparto esta opinión, más allá de la posibilidad de que los androides tengan este tipo de «sentimientos» lo que me pareció verdaderamente interesante de la película fue que resaltaran esta capacidad única y propia del ser humano a la que debido a su carácter «divino» no puedo describir o nombrar.

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